Probióticos: qué son, para qué sirven y dónde encontrarlos

Los probióticos son microorganismos vivos que pueden aportar beneficios a nuestra salud cuando los consumimos en cantidades adecuadas. Estos microorganismos, que suelen ser bacterias o levaduras, se encuentran en algunos alimentos o suplementos y ayudan a mantener o mejorar el equilibrio de la microbiota intestinal, es decir, el conjunto de microbios que habitan en nuestro intestino.

Tipos de probióticos

Existen muchos tipos de probióticos, pero los más comunes son los lactobacilos y las bifidobacterias, que pertenecen al grupo de las bacterias ácido-lácticas. Estas bacterias se caracterizan por producir ácido láctico a partir de la fermentación de la lactosa u otros azúcares. Dentro de estos grupos hay muchas especies y cepas diferentes, cada una con sus propiedades y efectos específicos.

Algunos ejemplos de probióticos son:

Lactobacillus rhamnosus GG: es una de las cepas más estudiadas y se ha demostrado que puede prevenir o tratar la diarrea infecciosa, aliviar el síndrome del intestino irritable, mejorar la dermatitis atópica y estimular el sistema inmunitario.
Bifidobacterium animalis lactis BB-12: es otra cepa muy investigada y se ha comprobado que puede mejorar el tránsito intestinal, reducir el estreñimiento, aumentar las defensas y prevenir las infecciones respiratorias.
Saccharomyces boulardii: es una levadura que se ha usado para prevenir y tratar la diarrea asociada a antibióticos, la diarrea del viajero, la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn.

Beneficios de los probióticos

Los probióticos pueden tener diversos beneficios para nuestra salud, según el tipo, la cantidad y la duración del consumo. Algunos de los beneficios más documentados son:

Mejorar la salud intestinal: los probióticos pueden contribuir a restaurar o reforzar la microbiota intestinal, especialmente cuando esta se ve alterada por factores como el estrés, la mala alimentación, el uso de antibióticos o las enfermedades inflamatorias. Los probióticos pueden ayudar a prevenir o tratar problemas como la diarrea, el estreñimiento, el síndrome del intestino irritable, la enfermedad inflamatoria intestinal o el sobrecrecimiento bacteriano.
Fortalecer el sistema inmunitario: los probióticos pueden modular la respuesta inmune y aumentar la producción de anticuerpos y células defensivas. Esto puede favorecer la prevención o el tratamiento de infecciones como las respiratorias, las urinarias o las vaginales. También puede tener un efecto beneficioso en enfermedades alérgicas o autoinmunes.
Mejorar la absorción de nutrientes: los probióticos pueden facilitar la digestión y la asimilación de algunos nutrientes como la vitamina B12, el calcio, el hierro o el magnesio. Esto puede prevenir o corregir algunas deficiencias nutricionales y mejorar la salud ósea, anémica o metabólica.
Proteger contra el cáncer: los probióticos pueden tener un efecto anticancerígeno al inhibir el crecimiento de células tumorales, reducir la formación de compuestos tóxicos o carcinogénicos en el intestino y estimular el sistema inmune. Algunos estudios han sugerido que los probióticos pueden prevenir o retrasar el desarrollo de cánceres como el de colon, mama o vejiga.

Fuentes de probióticos

Los probióticos se pueden obtener a través de dos vías principales: los alimentos y los suplementos.

Los alimentos que contienen probióticos son aquellos que han sido sometidos a un proceso de fermentación por parte de microorganismos. Algunos ejemplos son:

El yogur: es uno de los alimentos más conocidos y consumidos que contiene probióticos. Se obtiene a partir de la fermentación de la leche por parte de lactobacilos y estreptococos. El yogur puede contener diferentes cepas probióticas según el tipo y la marca. Algunas cepas comunes son Lactobacillus bulgaricus, Streptococcus thermophilus, Lactobacillus acidophilus o Bifidobacterium bifidum.

El kéfir: es una bebida láctea similar al yogur pero más líquida y con más variedad de microorganismos. Se obtiene a partir de unos gránulos llamados kéfir que contienen bacterias y levaduras. El kéfir puede contener hasta 50 tipos diferentes de microorganismos como Lactobacillus kefiri, Lactococcus lactis, Acetobacter aceti o Saccharomyces cerevisiae.

El chucrut: es un alimento típico de la cocina alemana que consiste en col fermentada por bacterias lácticas como Leuconostoc mesenteroides o Lactobacillus plantarum. El chucrut tiene un sabor ácido y salado y se suele consumir como acompañamiento de carnes o salchichas. Además de probióticos, el chucrut aporta vitamina C, fibra y antioxidantes.

El kimchi: es un plato tradicional coreano que consiste en verduras fermentadas con especias picantes. El kimchi suele llevar col china, rábano, zanahoria, cebolla, ajo, jengibre y chile rojo. El kimchi contiene bacterias lácticas como Lactobacillus kimchii, Lactobacillus brevis o Weissella koreensis. El kimchi tiene un sabor fuerte y picante y se suele consumir como guarnición o ingrediente de sopas o arroces. Además de probióticos, el kimchi aporta vitamina C, fibra y capsaicina.

Los suplementos que contienen probióticos son aquellos que se presentan en forma de cápsulas, polvos o líquidos y que contienen una cantidad determinada de microorganismos vivos. Los suplementos pueden contener una sola cepa o varias cepas combinadas. Los suplementos suelen indicar en su etiqueta el nombre del microorganismo, la cantidad (en unidades formadoras de colonias o UFC) y la fecha de caducidad.

Los suplementos pueden ser útiles cuando se necesita una dosis mayor o más específica de probióticos para tratar alguna condición médica o cuando no se puede obtener suficientes probióticos a través de los alimentos. Sin embargo, antes de tomar un suplemento se debe consultar con un médico o un nutricionista para asegurarse de su seguridad y eficacia.

Efectos secundarios de los probióticos

Los probióticos son generalmente seguros para la mayoría de las personas sanas cuando se consumen en cantidades moderadas y adecuadas. Sin embargo, hay algunas situaciones en las que se puede presentar efectos secundarios de los probióticos que pueden ser molestos o incluso graves.

Algunos de estos efectos son:

Síntomas digestivos desagradables: los probióticos pueden causar un aumento temporal de los gases, la hinchazón, el estreñimiento o la diarrea, especialmente al inicio del consumo o al cambiar de cepa o dosis. Esto se debe a que los probióticos alteran la composición y el funcionamiento de la microbiota intestinal y el cuerpo necesita tiempo para adaptarse. Estos síntomas suelen desaparecer en unos días o semanas, pero si persisten o son muy intensos se debe consultar con un médico o reducir o suspender el consumo de probióticos.

Dolores de cabeza: los probióticos pueden provocar dolores de cabeza en algunas personas, especialmente si consumen alimentos fermentados que contienen aminas biógenas como la histamina, la tiramina o la feniletilamina. Estas sustancias pueden dilatar los vasos sanguíneos del cerebro y causar migrañas o cefaleas. Para evitar este efecto se recomienda elegir alimentos o suplementos con bajo contenido de aminas o tomarlos con moderación.

Aumento de los niveles de histamina: algunos probióticos, como las cepas de Lactobacillus casei, Lactobacillus bulgaricus o Lactobacillus reuteri, pueden producir histamina en el intestino. La histamina es una sustancia que participa en las reacciones alérgicas e inflamatorias y que puede causar síntomas como picor, enrojecimiento, congestión nasal o dificultad respiratoria. Este efecto puede ser más pronunciado en personas con intolerancia a la histamina o con trastornos del sistema inmune. Para evitar este efecto se recomienda elegir cepas que no produzcan histamina o que la degraden, como Bifidobacterium longum o Lactobacillus rhamnosus.

Reacciones alérgicas o intolerancias: los probióticos pueden contener trazas de alérgenos como la leche, el gluten, la soja o el huevo, dependiendo del medio en el que se cultivan o del alimento que los contiene. Esto puede causar reacciones alérgicas o intolerancias en personas sensibles a estos ingredientes. Los síntomas pueden incluir urticaria, erupción cutánea, picor, hinchazón, náuseas, vómitos o diarrea. Para evitar este efecto se recomienda leer bien las etiquetas de los alimentos o suplementos y elegir aquellos que no contengan alérgenos o que estén certificados como libres de ellos.

Infecciones: los probióticos son microorganismos vivos que pueden causar infecciones en personas con enfermedades graves o con sistemas inmunitarios debilitados por el VIH/SIDA, el cáncer, los trasplantes o el uso de medicamentos inmunosupresores. Estas infecciones pueden ser graves y requerir tratamiento con antibióticos. Los síntomas pueden incluir fiebre, escalofríos, dolor abdominal, sangre en las heces o shock séptico. Para evitar este efecto se recomienda consultar con un médico antes de consumir probióticos si se tiene alguna condición médica que comprometa el sistema inmune.

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